Benidorm es un destino muy conocido internacionalmente y el número de 10,5 millones de pernoctaciones en 2012 así lo confirma. Casi todos los españoles han disfrutado de sus playas en sus vacaciones alguna vez y todo el mundo conoce la impresionante imagen de sus rascacielos junto al mar. El turismo internacional o el local, los grupos de amigos y las familias, desde las despedidas de soltero a las parejas, todos tienen cabida aquí. Sin embargo, lo que muchos desconocen de este destino es que su historia es muy larga e interesante y aún quedan vestigios de ello. Es muy fácil encontrar restos de alguna torre vigía del S.XVI por los alrededores pero es más impresionante aún saber que este sitio ya estaba poblado hace más de dos milenios.
El Tossal de la Cala fue un asentamiento íbero que tuvo actividad en el S.III a.C. Los restos arqueológicos hallados en este yacimiento no son muy grandes debido a que la construcción masiva no permite que se puedan descubrir más ruinas ocultas como la Venus Báquica que apareció aquí y está en el Museo Arqueológico Provincial de Alicante. Junto a las ruinas está la ermita de la Virgen del Mar para velar por los marineros desde lo alto de este cerro que se yergue sobre el mar. Este punto está ubicado entre la cala de Finestrat y la playa Benidorm de Poniente; este promontorio cuyo acantilado cae sobre las olas es el lugar idóneo para tomar contacto visual con Benidorm y el Mediterráneo. Las playas, el islote y el Rincón de Loix se ven perfectamente desde esta atalaya natural, en la distancia también se puede ver el Peñón de Ifach si miramos al litoral. Hacia el interior la imagen más espectacular es el Puig Campana de 1.410 m.s.n.m. que es el pico más alto de España más cerca de la costa, está solamente a 7 km. Es una de las montañas más bonitas y de imagen más singular de la península Ibérica.
Toda esta costa fue lugar de botín fácil para los piratas y por ello se erigieron torreones de vigilancia a lo largo de la costa en lugares estratégicos para otear en el horizonte las temidas banderas negras. La torre Morales del S.XVI es un ejemplo de esta arquitectura. Los siglos pasaron y el poblado de pescadores que había entre las playas de Poniente y Levante no variaba, era pequeño. En la segunda mitad del diecinueve y principios del veinte se construyeron algunos hoteles para el turismo incipiente de los ricos del momento. De aquella época aún sobreviven el hotel Bilbaíno de 1926 y los apartamentos Senabre Palais de 1928 en la plaza del Torrejó. En una urbe que devora ferozmente todo lo antiguo aún permanecen los ejemplos más antiguos de la hostelería benidormense que ya aparecían en aquellas fotos en blanco y negro de un pueblo marinero de preciosas playas. Era un poblado de casitas de pescadores arracimadas junto a la iglesia de san Jaime del S.XVIII.
En el S.XXI su espectacular skyline nos trae recuerdos de las ciudades americanas o asiáticas; entre sus edificios se encuentran auténticas joyas arquitectónicas que el crecimiento turístico ha provocado. Esta impresionante urbe es el paradigma del turismo de masas y, sin embargo, a nadie que lo visita se le ocurre intentar descubrir sus raíces y antiguos vestigios de lo que fue en el pasado. El plano antiguo heredado de hace dos siglos, las casitas supervivientes de aquellos que vivían de la pesca o el origen del Mirador del Castillo son algunos de esos vestigios pretéritos que hoy nos cuesta encontrar, pero están ahí y es alucinante encontrarlos y compararlos con los gigantes modernos. Desde que el alcalde Pedro Zaragoza convirtió esas playas de aguas cristalinas en el motor turístico de la Costa Blanca la fisonomía de Benidorm ha cambiado día a día desde los años 50. Aún quedan hoteles de esta época y sus turistas ya ancianos aún continúan vacacionando en esos alojamientos que ya son solamente reliquias de una época dorada que casi no existe. El Gran Hotel Delfín en la playa de Poniente, que este año cumple medio siglo, es un testigo del despegue turístico de los años sesenta que aún se mantiene y nos muestra lo que fue aquel momento.
La gastronomía l es tan diversa como cada turista que acude, se adapta a todos los bolsillos y gustos, desde caña y tapa por 1€ hasta restaurantes carísimos. Los arroces melosos, los arroces a banda o con bogavante o los diferentes que cocinan en paella quizá sean lo más solicitado en esta tierra que tan bien los interpreta y que tanta cantidad diferente de ellos nos ofrece. Las verduras o los pescados y los mariscos son muy ricos y solicitados en los restaurantes. La repostería también se trabaja muy bien en la tierra alicantina, no hay que olvidar los turrones como los de Jijona, por ejemplo, o los chocolates de Villajoyosa.
Algo poco conocido y muy cercano es la gran cantidad de montañas que hay en los alrededores. La mayoría del turismo acude a la playa pero pocos saben que Alicante es la segunda provincia más montañosa de España y muchas de ellas están muy cerca del mar o metidas en él. Además junto a Benidorm hay algunos ejemplos preciosos de esta característica: el Peñón de Ifach, en el mar, y el Puig Campana, a solamente a 7 km. El mejor complemento para unas vacaciones de playa es poder caminar o al menos acercarse hasta la montaña, es muy saludable.
El autobús número 15 de Benidorm llega hasta Finestrat. Es una excursión indispensable por su contraste con la capital turística. Se llega tras ascender por laderas que van ganando altura y se aproximan hasta un pico de fisonomía muy particular: el Puig Campana. Paz y tranquilidad, estrechas y empinadas callejuelas, buena gastronomía y unas vistas impresionantes de la costa son algunos de los encantos de este municipio que, incluso, tiene mar en la cala de, y así, por supuesto, no le falta de nada a este municipio. Para muchos la montaña es aquí el principal motivo de visita pues en un recorrido circular se accede “cómodamente” hasta la cumbre, a 1.410 m. También, debido a que el desnivel llega a 1.000 m. se celebra aquí el “Kilómetro Vertical Puig Campana” que es una de las pruebas puntuables de la Copa del Mundo.
La playa es el principal atractivo de esta zona pero Benidorm guarda muchos antiguos encantos ocultos. Esta ciudad lleva más de dos siglos acogiendo turistas y más de dos milenios habitada y aún quedan muchas huellas. Ahora nos toca a nosotros hacer esa labor de investigación para encontrarlas. Descubrir será una actividad que nos hará disfrutar mucho cuando salgamos de la playa o al bajar de la montaña.
Joaquin del Palacio
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