La revolución de Bodegas Vegamar

Bodegas Vegamar es la protagonista de una de las revoluciones más fulgurantes y brillantes del panorama vitivinícola nacional. En apenas tres años, desde abril de 2014, hasta hoy, ha pasado de ser una bodega modesta y casi desconocida en el panorama nacional a situarse entre las 100 bodegas más importantes del mundo, ocupando el lugar 72, según el Top 100 que acaba de publicar la Asociación Mundial de Periodistas y Escritores de Vinos y Licores.

Este prestigioso ranking que se publica todos los años por estas fechas la Asociación considera las cien mejores del mundo teniendo en cuenta los premios y reconocimientos de los certámenes internacionales más importantes. Dentro de esos se realiza el recuento de medallas y galardones, resultando las bodegas españolas las segundas del mundo tras las francesas.

Vegamar ha obtenido 26 galardones de máximo nivel que son los que le han aupado a esa posición y entrar en el TOP 100 por primera vez en su historia.

En total 14 bodegas españolas se han metido este año en el raniking del Top 100, encabezadas por González Byass que es además la mejor del mundo en esta edición.

En mayo de 2014 hay que situar el cambio de tendencia de Bodegas Vegamar que le ha hecho merecedora de este enorme cambio. Fue en ese momento cuando los propietarios apostaron por darle revolcón a la breve historia de la bodega que en 1999 echó a andar en los parajes de Calles, en el Alto Turia.

La subzona de la DOP Valencia era todavía un territorio por explotar a pesar de las buenas condiciones para cultivar uvas de enorme calidad. Con el fichaje de Pablo Ossorio para la dirección enológica y el diseño de los vinos, que trabaja junto a la enóloga Maripaz Quílez, y de Joaquín Fernández para la parte de viticultura, se completó el círculo que con una mejora en la gestión y en el marketing comenzó a dar un vuelco a la bodega ya desde la primera cosecha de la nueva etapa, la de 2014.

En esa comarca de Los Serranos, entre los ríos Turia y Tuéjar que excavan profundas gargantas buscando el mar dejando los viñedos colgados arriba, Vegamar ha estado experimentando con diversas variedades hasta consolidar los vinos que ahora les están dando tantas alegrías en el duro mundo de la crítica vitivinícola.

El blanco de merseguera y moscatel, los tintos de garnacha, todo esto entre las autóctonas, más las buenas aclimataciones de merlot y shiraz, entre otras, ha empujado la bodega hacia arriba y con una apuesta por el terroir que todavía dará muchas alegrías.

Pablo Ossorio rediseñó la mayor parte de los vinos anteriores y creó nuevos coupages y monovarietales con la idea de defender el terruño tan particular del Alto Turia, vinos “de altura” que tanto aprecian los nuevos mercados, pero sin perder la esencia mediterránea. Fue una puesta al día radical sacando el mejor partido a la sensacional materia prima de la que disponía la bodega.

Los vinos de Vegamar son profundamente valencianos, vinos honestos y francos que dejan ver la esencia de la tierra en la que nacen, un espacio muy singular porque a pesar de estar muy cerca del mar en línea recta, el clima y el suelo cambian para crear vinos muy peculiares y fáciles de beber”, sostiene Ossorio, que asegura que nunca dudó del potencial de la bodega, “y sobre todo por esos viñedos que tenemos” y que fue lo que le decidió a tomar el guante que la familia propietaria le ofreció en 2014. “Lo mejor está por venir”, augura.